La Perricholi. Reina de Lima de Alonso Cueto

El escritor no trata de entender asus personajes. Los siente y los acompaña.

A. Cueto, La piel de un escritor (Fondo de Cultura Económica, 2014)

El autor peruano Alonso Cueto, miembro de la Academia Peruana de la Lengua, ha publicado  catorce novelas desde 1995 hasta el 2019. Es especialmente conocido por títulos como El tigre blanco(Editorial Planeta 1985), La hora azul(Anagrama 2007) -a la cual le hicimos una reseña para este blog-, El susurro de la mujer ballena(Editorial Planeta 2007), Grandes miradas(Anagrama 2008)  -que fue llevada al cine con el título de Mariposa Negra.  A lo largo de su carrera literaria ha recibido  varios premios entre los que destacan: premio Wiracocha 1985,Anna Seghers 2000,el Premio Herralde2005 y Alcobendas Juan Goytisolo 2019.

            Alonso Cueto acaba de publicar La Perricholi. Reina de Lima(Random House 2019, 443 pp.), después de un arduo trabajo de investigación y elaboración que le demoró ocho años. Resalta en la producción de esta voluminosa obra una carátula realmente atrayente con el diseño gráfico de una  tapada  limeña con grandes e enigmáticos ojos que nos sugieren misterio, intensidad y sensualidad. El texto ágil, simple y sin trabas en base a fragmentos de mediana y corta extensión,  permite al lector transcurrir fácilmente por el entramado mundo colonial limeño de finales del siglo XVIII y la vida azarosa e intensa de Micaela Villegas, la Pericholi. 

“A los diciocho años, el cuerpo de Micaela se había perfilado en una escultura pequeña y precisa. Aun cuando no era alta, su espalda recta la hacía parecer siempre por encima del mundo. Tenía ojos atentos y sensibles, de una oscuridad fulgurante, capaces de registrar el menor movimiento y de procesarlo rápidamente de acuerdo a sus deseos y necesidades”.

            La acción es narrada en tercera persona con una voz que se torna lírica a momentos, especialmente en el epílogo. Llama la atención un recurso literario usado por el autor, quizá con la intención de añadir intimidad al texto, al mezclar la voz de los personajes con  la voz del narrador. Esto que puede causar confusión al principio, donde normalmente se podría esperar un diálogo precedido o seguido de un comentario, no altera la fluidez del texto una vez que el lector recapacita inicialmente sobre este recurso estilístico para descernir sobre quién está hablando y en qué contexto.

Historia y biografía        

            Escribir sobre  Micaela Villegas (la Perricholi, la pequeña joya o la perra chola) será siempre especial y difícil porque hay mucho de mito en el imaginario popular y escasas fuentes ducumentales. El desafío que enfrenta un trabajo de ficción de esta naturaleza es doble: por un lado, presentar el contexto histórico sin exagerar en los detalles  (imagino la inmensa cantidad de información procesada) y  por otro lado, presentar la personalidad específica de los personajes  actuando dentro de este contexto histórico, sin caer en lo obvio o trivial. Recuérdese que el escritor de ficción no reemplaza al historiador, ni al periodista y que su función está más bien ligada a la creación de pinceladas de emociones. 

            El autor resuelve este desafío presentando toda la vida social colonial concentrada en los paseos y alagarabías al rededor  de la plaza mayor de Lima: carruajes, esclavos, vendedores de chicha y verduras, exhibición de joyas y vestidos se mezclan, con el sonido de las campanas,  con los olores de comida, frutas y vegetales,  las acequias y los desagues. Olores y sonidos son presentados y repetidos a lo largo de la novela para dar cuenta del barullo del ambiente colonial. El sonido de las alhajas de los señoronas por ejemplo,  muestra lo superficial y estratificado de la sociedad colonial: cuanto más ruido puedan hacer con las joyas, mejor alcurnia se puede proyectar.  Frente a este despligue sonoro y oloroso, Cueto impone el ruido de los pasos firmes y apurados de la Perricholi[1].

            Ella es una mujer diferente  que no es aceptada socialmente por la élite colonial porque no ser peninsular, sino criolla, porque  ella trabajaba (cosa inusual para las señoronas de la colonia), primero como artista de teatro y luego como una suerte de empresaria, dueña de un molino y de una sala de teatro, y porque, he aquí el  gran pecado social que altera la tranquilidad de la sociedad limeña, se había convertido a sus diciocho años en la amante oficial y pública del virrey sesentón, con el que tiene un hijo. La novela no entra en los detalles íntimos de la relación, más alla de la atracción mutua, donde una persona pone la juventud y la otra el status-poder. Pero para ambos, pareciera decirnos el autor, las reglas del juego estaban claras por lo tanto, no hay víctimas en esta relación asimétrica. Si la relación era por conveniencia material o sexual o si ambos estaban juntando soledades, o si Micaela buscaba al padre que perdió desde muy niña, o si por último, su relación fue producto de todo estos y otros factores, nunca lo sabrémos porque el autor no entra a fantasiar en esta íntima dimensión personal. El camino que toma Cueto es menos arrriesgado literariamente, presentándonos a una Perricholi rompiendo pesadas reglas sociales, pensando en su propio interés y actuando su odio/amor por esa misma sociedad que la condena y discrimina.  

Entraba en esas calles cargadas de perfumes y pregones, de sonidos de mulas y ruedas, de olores pestilentes y trajes luminosos y de religiosos acorazados por el hábito negro y blanco, avanzando hilos curvados de humo…Fiestas y silencios , perfumes y pestilencia, el arco iris y las sombras: Lima”.

            Se podría decir que el autor opera en su narrativa como un videógrafo de la calle donde ocurre mucha de la acción y reacción de la sociedad colonial: la novedad de los nuevos cafes, la asistencia al teatro, el mercado, la iglesia como centro social, etc. Es en estos lugares en que podemos descubrir a Micaela actuando en una sociedad altamente estratíficada y cerrada.

El mundo colonial estaba cambiando y Micaela también

            Cueto da cuenta de la atmósfera de cambio – aunque tenue – que se vivía a finales del siglo XVIII en el virreinato,  donde ya venían  apareciendo, sobre todo en Lima, las nuevas ideas políticas francesas que la administración colonial veía como peligrosas.  La actitud de Micaela se engarza fácilmente con estas tendencias dado su espíritu libre, el ambiente bohemio en que se movía y su identificación con el territorio en el cual había nacido. La forma que el autor presenta estos cambios emergentes son más que nada simbólicas, introduciendo la presencia del científicos e intelectuales dentro de los círculos sociales de Micalea. En una sociedad tan miníscula y claustrofóbica, intelectuales, artistas bohemios y científicos bien podrían haber frecuentado el Corral de Comedias o podría ser que algunos de estos hombres con nuevas ideas hayan recalado en una de las tertulias que que amenudo se daban en la casona de Micalea. Por jemplo, Hipólito Unanue, fundador del Mercurio Peruano, y prócer de la Independencia, genera en Micaela una especial atracción. Las pocas páginas  que el autor le dedica a estos deseos no concretados de Micaela, pretende poner a Micaela como una mujer abierta a las nuevas ideas políticas. Otra escena escena similar se presenta con la visita que hace Micaela al independentista prisionero Francisco de Zela. (“…Nunca había un rostro tan altivo…Se sintió atraído por él y trató de desimularlo moviendo el abanico”.)  Micaela sensualiza su atracción por los hombres que encarnan una visión de cambio. 

            Para corroborar esta atracción liberal, Cueto nos cuenta que su hijo Manuelito (hijo del virrey Manuel de Amat y Junyen Planella Aymerich y Santa Pau) años después, sería uno  los signatarios del Acta de Independencia. Es comprensible que dada la influencia de Micaela sobre su hijo, las ideas independentistas podrían haber germinado en él dentro del hogar de Micaela. Para añadirle dramatismo y mostrar la influencia materna, Cueto nos cuenta que el otro hijo que el virrey Amat tuvo con una señorona, fue el que fusiló al héroe y poeta independentista Mariano Melgar. Dos hijos ilegítimos, dos diferentes madres, dos opciones políticas diametralmente opuestas.  

            La novela está bien llevada si nos atenemos a lo que el autor pretendía desde el principio: seguir, caminar junto con Micaela, sin tratar de explicarla. El lector se va a enamorar del personaje pero no aprenderá mucho de la convulsión de sus conflictos internos, pero sí quedará claro que ella sabía lo que quería, y que lo consiguió.     


[1]El autor comete el desliz de referirse al HUAYRURO, como “piedra”, cuando sabemos que es una semilla. Éste formaba parte del vestuario de Micaela, según el autor. 

LÍNEA DE FUEGO DE ARTURO PÉREZ-REVERTE: LA GUERRA CARA A CARA

                                                                                                Por: Luis Fernández-Zavala, Ph.D.(*)

En la guerra, aprendió viendo morir a los hombres, se piensa menos con la cabeza que con los ojos.

-Arturo Pérez-Reverte

           

 Hace algún tiempo, después de revisar algunas novelas sobre conflictos armados, (La guerra, la paz y la literatura)[1] comentaba en estas mismas páginas digitales, que al final, los autores se acercan desde la ficción  a los conflictos bélicos de diferente manera,  con menor o mayor distancia de estos.   Unos usan el contexto de guerra para crear una muy particular historia de amor, de intriga, etc; otros ficcionalizan los efectos de la guerra en individuos, familias o grupos sociales (La Guerra y la paz); hay autores  más arriesgados  que buscan representar a sus héroes o su propia participación en los conflictos. Para el caso de Perú, la temática de la virtual guerra civil de los años 90s ha sido abordada por Roncagliolo (Abril Rojo) Daniel Alarcón (Guerra en las penumbras), Alonso Cueto (La hora azul) y más recientemente por Diego Trelles Paz en Bioy.  Estos autores nos brindan la gama de cercanías y lejanías que mencionamos donde las historias narradas no pueden entenderse a cabalidad sin desabrosar conflicto bélico subyacente.  El tema de la guerra en la literatura,  como el amor, es recurrente desde la antiguedad y seguirá multiplicándose, toda vez que es parte de la historia humana: el Eros y el Tanatos son inherentes a la condición humana y la literatura buscaría dar sentido a esta dicotomía. La Historia como ciencia busca la “verdad objetiva”, en tanto que la Literatura desde la subjetividad busca que la sintamos. 

Para el caso de la Guerra Civil Española existen más de mil obras de ficción escritas  solo en España,  que estaría demostrándonos que todavía es una herida histórico-social no cicatrizada.  A pesar de esta abundancia, recientemente  ha llamado mucho la atención la  novela  de Arturo Pérez-Reverte  Línea de fuego(Alfaguara 2020). Su éxito ha rebasado las fronteras ibéricas y ha sido traducida a más de diciocho idiomas. ¿Qué la hace tan popular?

En primer lugar, hay que destacar que Línea de fuego es una novela extensa de 682 páginas. Ciertamente una obra voluminosa en tiempos rápidos. El autor, bien documentado con entrevistas a sobrevivientes republicanos y falangistas, memorabilia de sus familiares y con una larga experiencia como corresponsal de guerra, se arriesgó a presentarnos una obra que desde el arranque enfrentaba dos importantes desafíos dada su extensión: 1) los lectores tienden a leer cada vez menos páginas 2) ya se ha escrito bastante material de ficción sobre la Guerra Civil Española. Esto exigió al autor manejar muy cuidadosamente  la estructura, el lenguaje y la trama para lograr que el lector se mantenga leyendo la novela de principio a fin. Según el autor, él escribió esta novela de la manera tradicional y simple: un comienzo, un parte intermedia y un final; poniendo “el sujeto antes que el verbo”. Esta extensa obra exigía para él, simplicidad.

Pérez-Reverte  opta por usar la documentación obtenida  eliminando toda exagerada mención a la “superestructura”: el gobierno, el estado, la escena official, la lucha ideológica, los líderes, el contexto mundial, la correlación de fuerzas, etc. El centro de la narración son las reacciones de los soldados españoles enfrentándose  cara a cara, día a día  atacando  y/o defendiendo un pedazo tierra, un pueblo llamado Catellets de Serge muy cerca del río Ebro. Para lograr su obetivo el  autor delimita  el espacio geográfico de la contienda; submerge al lector  en las acciones  militares, casi de una manera claustrofóbica (ver mapa).  No importa que estaba pasando en el gran mapa de la guerra en España; lo central es el paso a paso de los soldados en esta isla de muerte.  Por otro lado, los combatientes, jóvenes en su mayoría, como en todas las guerras, son presentados  con sus identidades personales: profesión, lugar de procedencia, trayectoría política, estado civil, educación, experiencia de guerra y cómo fueron reclutados. 

La novela se divide en cuatro  partes ( Sombra en la orilla, Choque de Carneros y Los dientes del diablo y epílogo), cada parte contiene  entre  seis y site en capítulos. En cada capítulo las acciones militares y la participación de los personajes se presentan intercaladamente. E A lo largo del libro las intercalaciones son cortas de tres o cuatro páginas. Esta manera de organizar la narración  resulta en una lectura ágil donde el lector se adentra en una serie de mini historias siguiendo el desenvolvimiento de  las operaciones militares de defensa/ataque de los republicanos y los falangistas en Castellets de Segre.

Desde el primer capítulo, la ficción entra a tallar. Pérez-Reverte introduce a un grupo de mujeres combatientes en la escena bélica. Este solo hecho ya es atractivo ya que aparte de los afiches  de propaganda de la época, la participación de las mujeres en conflicto se dio básicamente en la retaguardia. En la ficción de Pérez-Reverte las mujeres enfrentan, ven y mueren en la primera línea republicana. Todo esto, no sin contradicciones culturales. Este mero hecho de poner como protagonistas a un grupo mujeres a cargo de las comunicaciones, despierta en el lector una preocupación de carácter comtemporáneo y moderno.  Esto lo hace sin melodrama y abriendo una línea narrativa que insta al lector a seguir el derrotero de estas combatientes. Ellas sufren los mismos desafíos de sobrevivencia que los hombres con la naturalidad de sus conviciones, pero además se introduce su particularidad femenina mencionando por ejemplo,  las toallas higiénicas femeninas en medio de la batallas. 

…Su misión no es combatir directamente sino asegurar, bajo el fuego enemigo, las comunicaciones en la cabeza de Puente que el ejército republicano pretende establecer en el sector de Castellets de Segre.

 Después de presentarnos a la mujeres de las comunicaciones, el primer personaje que aparece es  el soldado de infantería nacionalista Ginés Gorguel Martínez,  quien se lamenta no poder haber desertado para el lado republicano. Èl está ahí combatiendo no por convicción sino por cosas de la lotería de la vida. El autor logra mediante  el contraste, señalar  que la disciplina y valor no son privilegio de los hombres. 

En las siguientes páginas conforme se narra las operaciones militares en detalle vamos conociendo a los involucrados: el dinamitero Panizo, antiguo sindicalista y miembro del Partido Comunista.  En lado falangista está el disciplinado joven alferez Santiago Pardeiro Tojo que tiene  como su ayudante tiene al cabo Longines (antes de la guerra era landrón de los famosos relojes, que tuvo que escoger entre la carcel o la Legión)   Con pan y bandera, hasta la  peor escoria puede convertirse en algo decente. A veces. El mayor Gamboa Laguna, el comandante de la XI Brigada Mixta, un trabajador hotelero formado en la disciplina del Partido Comunista y las acciones militares. Su segundo, es el cabo Simón Serigot González también comunista desde muy joven. Se destaca el papel jugado por estos militares entrenados en Rusia, hombres de acción y disciplina, dispuestos a cambiar el mundo. Sin embargo, en ambos ejércitos se encuentran buenos soldados y también los cobardes y los desubicados. El valor, la cobardía y la desafección se dan tanto en los republicanos como en los nacionalistas.  

 Vemos que en esta guerra la ideología es importante motivación para la batalla, pero no garantiza el triunfo; al final, nos damos cuenta que muchos combatientes están ahí peleando por salvar sus vidas, pero que muchos de ellos preferirían estar en otra parte, incluyendo los brigadistas internacionales que en los momentos de la ofensiva del Ebro ya habían sufrido muchas derrotas y se notaba su desgaste emocional.

Pérez-Reverte nos llama la atención sobre el papel de los comisarios políticos  y de los curas  que cumplen similar tarea en la primera línea.  Ramón García, es para los hombres de Gamboa como los capellanes castrenses en el bando facista: Consuelo moral y sostén ideológico. Unos mueren por el paraíso de Cristo y otros por el del proletariado. Nótese que los comisarios políticos y los curas son el nexo con la “superestructura”, los guardianes de la fe, que muchas veces entran en conflicto con los combatientes. En lado falagista el capellán Ignasi Fontcalda es el encargado de levantar la moral de los soldados: No hay mejor soldado, sostienen, que un requeté despues de comulgar.  El cabo Saliman es un moro cuya participación mercenaria y delincuencial (robando las pertenencias de los soldados muertos) se ve matizada por su fe en Franco, a quien considera un santo,  y la Divina Providencia que lo controla todo; el moro proviene de una familia de soldados y es un experto de muchas batallas. Con muchos defectos, Saliman es un tipo solidario con el desafecto Guines al cual le salva la vida varias veces. En lado franquista hay soldados de carrerra como Pedro Coll de Rei que parece menos un soldado que aristócrata…

En medio de la destrucción y la barbarie los soldados tienen gestos y emociones solidarias y positivas. Hay un momento en que ambos bandos, en medio de un tiroteo infernal, se ponen de acuerdo para salvar a una mujer del pueblo que está a punto de parir. Casi al final de la novela unos nacionalistas perdonarán la vida a unos soldados republicanos que escapaban heridos hacia la retaguardia pare fugiarse al otro lado del Ebro. Esto lo hacen a pesar de las ordenes de matar a cuanto republicano se encontraba en retirada. La tensión romántica está presente en las conversaciones entre el bello capitán republicano Buscuñana y la Pato (mujer brava de las comunicaciones.  

Un acápite especial merece el tratamiento de los periodistas internacionales en la novela. Sabemos de la experiencia del autor que por más de veinte años fue   corrresponsal de guerra, sin embargo vemos que toda su experiencia se vuelca a la narración de acontecimientos bélicos de manera realista y a través de la mirada de los combatientes y no de los periodistas. Ellos nos dan un observación más desde su perspectiva de foráneos informando al mundo exterior. No hay un abuso de la propia biografía del autor. 

Pérez-Reverte quiere hacernos sentir que esta es una guerra entre españoles para lo cual no solamente destaca la procedencia geográfica de los combatientes sino que también  el uso idiomático de diferentes  regiones, los dichos y las canciones. Súmese a esto el humor y la pasión para odiarse los españoles en tiempos de guerra.  

Otro aspecto digno de resaltarse es la inclusión de los sonidos que las armas causan y los tipos de armas usadas. En esto último el autor es bastante  específico. Durante mi lectura tuve que consultar varias veces Internet para esclarecer por ejemplo, la diferencia entre los diferente tipos de ametralladoras y fusiles. El autor en una entrevista nos dice que en una guerra el tipo de armas lo define todo. El quiere estar seguro que el lector sepa el tipo de destrucción que se está causando en una escena determinada o a qué se están enfrentando las tropas. Sonidos, olores y consecuencias materiales de la destrucción son descritos con minuciosa rapidez. No encontraremos en el relato disquicisiones existenciales, nostálgicas o morales como las producidas por Robert Graves y otros poetas ingleses durante la Primera Guerra Mundial. 

En suma, Primera línea  Arturo Pérez-Reverte es una novela bien estructurada, con un tema complejo presentado de manera simple y directa. Un relato que absorbe, entretiene a pesar de su extensión. El autor nos sumerje en el enfrentamiento bélico cara a cara y no hay cómo escapar hasta llegar a la última página.  Apredemos que aquí no hay malos y buenos: todos matan y todos son capaces de crueldades y bondades según las circunstancias. En la primera línea todos quieren sobrevivir y por eso matan. La ideología solo interviene como motivación especial de algunos combatientes. A muchos de ellos les tocó servir en uno u otro bando sin que se lo preguntaran. Por eso las defecciones se daban  en ambos bandos.  La política en el frente republicano fue un factor que afectó la unidad de sus fuerzas armadas (anarquistas, trostkistas, comunistas, socialistas) y su eficiencia frente a un ejército profesional casi sin ideología. En las brigadas internacionales también había un cúmulo de conflictos; había gente bien intensionada, pero también aventureros y maleantes; el grupo se venía desgastando cuando la realidad de la guerra y las derrotas superan la fantasía del esfuerzo solidario.

(*) Autor de El guerrero de la espuma y otras tantas despedidas (Pukiyari 2014), El hotel que la habitaba. Cuentos transhumantes (Pukiyari 2019) ganador del International Latino Book Award. Próxima publicación Cuentos nuevomexicanos (Pukiyari 2021). Disponibles en Amazon.


[1]http://www.cervantesmilehighcity.com/search?q=salaminahttp://www.cervantesmilehighcity.com/search?q=Abril+rojo.http://www.cervantesmilehighcity.com/search?q=Cueto

 http://www.cervantesmilehighcity.com/search?q=Bioy

Tiempos recios de Vargas LLosa: “NO ME CREAN”

—(*) Por Luis Fernández-Zavala, Ph.D.(*)—

Cuando sonó la trompeta, estuvotodo preparado en la tierra,y Jehová repartió el mundoa Coca-Cola Inc., Anaconda,Ford Motors, y otras entidades:la Compañía Frutera Inc.se reservó lo más jugoso,la costa central de mi tierra,la dulce cintura de América.Bautizó de nuevo sus tierrascomo “Repúblicas Bananas”,y sobre los muertos dormidos,sobre los héroes inquietosque conquistaron la grandeza,la libertad y las banderas,estableció la ópera bufa:enajenó los albedríosregaló coronas de César,desenvainó la envidia, atrajola dictadora de las moscas,moscas Trujillos, moscas Tachos,moscas Carías, moscas Martínez,moscas Ubico, moscas húmedasde sangre humilde y mermelada,moscas borrachas que zumbansobre las tumbas populares,moscas de circo, sabias moscasentendidas en tiranía.

—Pablo Neruda—

Casi al final de la presentación de su nueva novela TIEMPOS RECIOS (Alfaguara, 2019), en Casa América (Madrid), Mario Vargas Llosa nos desafía a que no le creamos. Un gesto autosuficiente que invita al lector a desengancharse de la textualización presentada en 351 páginas. ¿A qué se refería el peruano premio Nobel? Si es que no ha cambiado de discurso, podríamos asumir que se refería a que el poder persuasión de una novela es autónoma del mundo extratextualizado, la realidad. La novela es ficción, “una mentira” construida y arbitraria. (Letters to a Young Novelist,1997).
El escritor desea ser creído dentro de la textualización creada y no fuera de ella. La directriz de MVLL es clara y directa: lo que escribo a cerca del golpe militar a Jacobo Arbenz, el asesinato de Castillo Armas, la participación de la CIA y del dictador Trujillo en la Guatemala de 1954, se basan hechos acaecidos, eventos unívocos rastreados por la historia, pero la dinámica multifacética o lo plurívoco de cómo se cuentan los hechos son producto de mi imaginación.
No recuerdo si en esta misma conferencia (o a otro escritor) se le preguntó sobre el porcentaje de lo “real” y lo “fantasioso” en su novela; pregunta absurda de aquellos que creen ingenuamente que un cuento es mejor cuanto más se parezca a la realidad. Las frases: “esto me sucedió”, “esta historia es real” no son criterios para juzgar una obra literaria. El flujo narrativo, la intensidad de los personajes, la estructura compleja, el manejo de los tiempos, el uso del lenguaje y todo aquello que seduzca al lector a seguir amarrado a la narración es lo que cuenta; o sea todo lo que hace que una mentira sea bien escrita. En el caso, de la novela que nos ocupa, no se le debe pedir verosimilitud externa, sino congruencia interna. Algunos críticos, sobre todo guatemaltecos, le recriminan inexactitudes, como el hecho que mencione el ron Zacapa cuando éste todavía no se producía en 1954, o que la embajada norteamericana la ubique en un barrio también inexistente por esa época. Cabe recordar que, en La guerra y la paz, algunas de las batallas entre franceses y rusos, no sucedieron exactamente como las describe Tolstoi, “aún así, el mérito literario de esta obra es indiscutible y universal.(La verdad de las mentiras)”.
En la edición de Alfaguara de Tiempos recios la carátula y el título son ciertamente atractivos. En la primera se presenta en forma recortada una pintura surrealista del artista mexicano Rufino Tamayo (1899-1991). La colorida imagen de una serpiente y un jaguar denotarían, con tintes folclóricos, la intensidad de las luchas durante los tiempos recios de la política latinoamericana. Sin embargo, hay que hacer notar que la pintura original está representando la confrontación entre el sol y la luna (día/noche) dentro de la cosmogonía náhuatl; Tamayo plasma en esta pintura las dualidades entre el bien y el mal, la luz contra oscuridad, la bondad frente al odio, aspectos que no se ven ni por asomo en la novela. No creo que se debió cercenar la pintura de Tamayo.
Con respecto al título, Vargas Llosa cita las palabras de Teresa de Ávila (1515-1582). La religiosa vivió momentos álgidos enfrentando tanto la Inquisición como la Contra Reforma protestante, sus “tiempos recios” son de carácter doctrinario y espiritual; los de Vargas Llosa son de violencia política.
La novela está dividida en tres grandes partes: Antes, 32 secciones (el grueso de la trama) y Después. Vargas Llosa elabora un relato que recuerda a sus mejores novelas en su estilo y en la estructura del texto (flashbacks, acciones simultáneas no coincidentes en el tiempo y el espacio, como la del capítulo VII). Los protagonistas de esta tragedia política son el presidente electo Jacobo Arbenz que quería modernizar el país aplicando una reforma agraria y es acusado de pro-comunista; Carlos Castillo Armas, el militar que ejecuta el golpe de estado y que después es asesinado; Abbes García, el cruel agente del dictador dominicano Trujillo, Marta Borrero, la bella amante de Armas, y la CIA con su agente que no se llamaba Mike. El contexto histórico de los tiempos recios es el de el Estado Oligárquico en América Latina (alianza política de los terratenientes con intereses externos, con un estado centralizado, excluyente y represivo) dentro del cual la única institución estatal funcionado al nivel nacional era el ejército. No es extraño entonces, que casi todos los personajes del drama político hayan sido militares.
En el Antes, MVLL nos contará cómo dos personajes norteamericanos juntan intereses y voluntades para crear una narrativa pública que justifique la intervención norteamericana en Guatemala dentro del contexto de la Guerra Fría. Sam Zemurray es el dueño de la bananera United Fruit que operaba en el Caribe y América Central, exportando sobre todo bananas y piñas a los Estados Unidos y Europa; y Edward L. Bernays es el publicista que usa tempranamente el fake news. Aquí lo interesante es que gracias a la imaginación del autor, el lector podrá poner carne a esas figuras que nunca aparecen cuando de conspiraciones se trata; por lo general estos se esconden bajo el anonimato de las corporaciones y las instituciones estatales.
Una vez que la decisión de la intervención fue tomada y apoyada por dos presidentes norteamericanos, los maquiavélicos conspiradores/lobistas portadores de intereses económicos específicos desaparecen de la escena y entran a tallar los actores secundarios de la tragedia centroamericana: militares, dictadores, políticos de pacotilla, sicarios, espías.
Los actores secundarios entran en escena y se despliegan en las siguientes 32 secciones de la novela que tienen diferente extensión. En la sección I se presenta a Miss Guatemala, Marta Borrero, poniendo énfasis en su origen de buena familia que se ve arruinado al salir embarazada a los quince años, producto de la relación clandestina con un amigo de su papá, veintiocho años más viejo. Ella se convertirá años más tarde en la amante de golpista Castillo Armas y el narrador la entrevistará en la parte final de la novela (Después). MVLL inicia y termina la novela con el mismo personaje, llevando al lector a en una especie de elipse en el tiempo. Sin embargo, entre la sección I y la XXXII, en el grueso de la trama, Miss Guatemala no aparece con un papel protagónico.
Uno a uno se los presentará como los títeres de la tragedia política en diversas situaciones y tiempos de la trama general. La bien organizada estructura de la novela va dosificando la información al lector, de tal forma que crea una sensación envolvente, que lo impulsa a poner juntos los pedacitos del rompecabezas según avanza en su lectura.
En Después el autor vuelve a estilo periodístico del inicio (Antes) con una entrevista a Marta Borrero. La ya octogenaria es presentada con un cariz seductor y de misterio digno de una diva de Hollywood. Cuando en la misma conferencia que mencioné al principio de esta nota, se le preguntó si realmente entrevistó a Zoila Gloria Bolaños (la verdadera Marta Borrero), MVLL respondió: “eso no te lo voy a responder”.
Finalmente, y como parte de la textualización, el narrador reflexiona sobre los acontecimientos de 1954 en Guatemala y las consecuencias para América Latina.
Hechas las sumas y las restas, la intervención norteamericana en Guatemala retrasó decenas de años la democratización del continente y costó millares de muertos, pues contribuyó a popularizar el mito de la revolución armada y el socialismo en toda América Latina.
Esta lectura de la historia es maniquea y no se deriva de lo textualizado en 351 páginas. Es una afirmación gratuita, como cuando señala que fue una “torpeza” (sinónimos: incultura, inocencia, descuido, imbecilidad, confusión) la actuación de los Estados Unidos en Guatemala, cuando de hecho, al principio de la novela, establece claramente que fue una política de estado mantener América Central como el patrio trasero de los Estados Unidos, es decir, como repúblicas bananeras, para satisfacer los mezquinos intereses económicos en juego.
La novela es entretenida y bien llevada, con la ya conocida y admirada técnica literaria de MVLL, hasta la página 349; pero en las paginas 350 y 351, el autor deja de mentir literariamente y le cede su voz al narrador para hacer fría y calculada ideología.
No le creamos.

(*) Autor de El hotel que la habitaba – Cuentos transhumantes (Pukiyari 2019), El guerrero de la espuma y otras tantas despedidas (Pukiyari, 2014).

El HOTEL QUE LA HABITABA. Cuentos transhumantes.(*)

Bitacora del Arcipreste

Las buenas mentiras de la ficción de Luis Fernández-Zavala

“La ficción literaria es una buena mentirabien contada en el papel”.

-Luis Fernández-Zavala

El autor peruanoLuis Fernández-Zavalanos entrega su segunda colección de cuentos cortos (“un poquito más largos”, según él) bajo el títuloEl hotel que la habitaba. Cuentos transhumantes (Pukiyari 2019).Seis historias cuyas trama nos llevaban a un periblo vehemente hacia Lima, el norte de Francia y el norte de New Mexico en contextos históricos diferentes: la Lima de los años setenta, de los años noventa y la actual, y New Mexico en 1917 y 1944. De ahí el añadido deCuentos transhumantesal título del libroponiendo así el énfasis en lo errante, lo peregrino y nómada de sus historias, tanto en lo geográfico como en el tiempo.

El autorsedimentó su trabajo literario en la “ciudad diferente”de Santa Fe, New Mexico;desde allí, élvive su dualidad de migrante-escritor…

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El HOTEL QUE LA HABITABA. Cuentos transhumantes.(*)

Las buenas mentiras de la ficción de Luis Fernández-Zavala

                              “La ficción literaria es una buena mentira                                                                             bien contada en el papel”.

                                                                        -Luis Fernández-Zavala

            El autor peruanoLuis Fernández-Zavala  nos entrega su segunda colección de cuentos cortos (“un poquito más largos”, según él) bajo el título El hotel que la habitaba. Cuentos transhumantes (Pukiyari 2019). Seis historias cuyas trama nos llevaban a un periblo vehemente hacia Lima, el norte de Francia y el norte de New Mexico en contextos históricos diferentes: la Lima de los años setenta, de los años noventa y la actual, y New Mexico en 1917 y 1944. De ahí el añadido de Cuentos transhumantes al título del libroponiendo así el énfasis en lo errante, lo peregrino y nómada de sus historias, tanto en lo geográfico como en el tiempo. 

             El autor  sedimentó su trabajo literario en la “ciudad diferente”  de Santa Fe, New Mexico;  desde allí, él  vive su dualidad de migrante-escritor que se ve reflejada en esta colección de cuentos. Sin embargo, lejos de dejarse seducir por la nostalgia típica del migrante que tiende caer en el juego de la memoria alterada por la lejanía, él la transfigura en ficción con la ventaja que le brinda la distancia psicológica sobre dos mundos todavía presentes en su cotidianidad.  Él mismo nos ha dicho alguna vez que “la nostalgia es una mochila que el migrante carga toda su vida y le es imposible llenar”. La memoria se distorsiona selectivamente y se convierte  en  melancolía, pero para algunos no necesariamente en ficción. “La plaga de la memoria” según Leonardo Padura, persigue a algunos autores que no dejan de soñar en el mundo que dejaron. Sin embargo, quizá lo más importante y diferente en la narrativa  de Luis Fernández-Zavala es que él sabe de este juego de la memoria y lo utiliza conscientemente para  hacer literatura comtemporánea con un ojo avisor que la hace creíble y amena. Dimensionando la nostalgia puede dar rienda suelta a su creatividad y mentir a su gusto, tal como las historias se lo demanden. 

            En El hotel que la habitaba nos situa dentro una Lima caótica y maltradora de sus habitantes y en las historias fatasmagóricas del Gran Hotel Bolivar. El personaje central de la historia es Verónica, una joven madre soltera que trabaja como mesera en el hotel. Durante sus pesquisas para determinar que estaba pasando en la habitación 366, Verónica se encontrará con personajes del pasado y de la época actual, los cuales tienen razones muy particulares para fijar su estadía en este “cuadrado castillo blanco, taciturno y ceremonioso…” del pasado. 

            Aprender a esperar frente al mar  nos cuenta la historia de un escritor cuarentón que tiene un love affair  con la hija de su mejor amiga durante su visita turística a Perú. Su “misión peruanizadora” para con la francesita se convierte en una relación romántica durante el periplo turístico. La historia se complica cuando su mejor amiga muestra también un interés romántico hacia Sergio. Éste esperará el término de su relación efímera frente al mar en las costas norteñas de Francia, tal y como lo aprendió desde su niñez, frente a las orillas de la Mar Brava en el Callao. Sergio le dirá a su joven amante: “Yo solo quería verte una vez más frente al mar, quizá para sentirme menos solo. El mar siempre me anuda a mitos benévolos y lo hace todo más fácil: las esperas, las despedidas, las partidas…”

            Alitas de pollo es uno de los cuentos más cortos de esta colección. Un joven poeta se pasa la noche escribiendo un poema para que su amiga lo acepte como su enamorado. El resultado no es como lo esperaba. No se puede forzar el amor con un poema o con cien poemas, pero éste puede  ser el origen de la chispa que incienda la vena literaria del joven poeta.

            Las acciones de los últimos tres cuentos suceden en New Mexico. Dos abuelas Huevos de Pascua nos llevan de nuevo a San Juan, pueblo ficticio creado en su primer libro de cuentos. Conoceremos a doña Guillermina y a doña Jesusita, dos abuelas  que con dos estilos de vida diferentes, tratan de darle lo mejor de su amor y enseñarle a Lorenzo a amar la vida en los tiempos aciagos de la Segunda Guerra Mundial. En Huevos de Pascua, Lorenzo con su nueve años curiosos,  aprenderá acerca de los ritos sangrientos de lo Penitentes durante la Semana Santa, se cuestionará su fe, mientras una detective improvisada busca resolver el caso del aparente asesinato de un miembro de la cofradía de Penitentes.

            En el último cuento de esta colección, el autor miente a su gusto. Como es conocido Trotski, el revolucionario ruso, residió en New York por tres meses en 1917. Era la época de también de la presencia en esta ciudad de una corriente de intelectuales y artistas  contestarios. El autor hace que estos personajes se interrelacionen para descubrir el llamado Atlantis rojo,que era como se le conocía a la “nueva realidad” existente en Taos, New Mexico. En esta historia la realidad y la posibilidad, la Historia y la ficción, lo conocido y lo imaginado se juntan para presentarnos un relato finamente hilvanado y creíble. ¿Estuvo realmente Trotski en Taos? ¿Mabel Dodge Luján, (la rica heredera y feminista autora de Edge of Taos Desert:An Scape To Reality), y Trotski se conocieron? ¿Los pintores de la Sociedad Artística de Taos que difundieron la imagen de los Indios Taos, realmente fueron contestarios y amigos de Trotski? El autor nos propone creer que sí.

Pukiyari Editores ha hecho un magnífico trabajo de editorial, empezando por la carátula diseñada por Camilo Quevedo y que invita al lector a sumergirse placenteramente en un periplo imaginativo y entretenido,

              (*) Disponible en Amazon y Kindle.